lunes, 15 de septiembre de 2014

Estrella polar


Para mi madre


Según las últimas investigaciones de la NASA, en el universo hay doscientos mil trillones de estrellas, es decir la descomunal cantidad de 24 cifras. La estrella Alfa de Hércules es ocho mil billones de veces más grande que nuestro sol. Y que el Cúmulo de Boyero viaja a cien mil kilómetros por segundo. Todas estas cifras son impresionante, como es el mundo de las estrellas. Pero este mundo espectacular permanece para nosotros muy lejano. Las estrellas están bien allí, en el cielo. Ese es su lugar.

Sin embargo hoy te quiero hablar de estrellas que brillan en la tierra. No son ni Cristiano Ronaldo, ni Messi, ni mucho menos One Direction . Son estrellas que quizás pasan desapercibidas para muchos, pero que sin su brillo este mundo se moriría de frío. Me refiero a la madre.

       
      Qué hermoso tiene que ser la mamá, que ni el mismo Dios quiso prescindir de tener una. Y hoy la recordamos como la Madre de todos, la Madre de la alegría, de los dolores, la Madre de las lágrimas y de la risa, la Madre de todos, la siempre Virgen María. Dice Tagore: «Si quieres que tu surco sea recto, ata tu arado a una estrella» Ojalá todas las madres ataran su vida familiar a la hermosa Estrella de la mañana llamada María, para que su camino sea siempre recto.

       Por eso hoy quiero decir que cada madre es una estrella. Esa hermosa estrella que brilla con luz propia, que ha sido el sol de nuestras noches tristes. Esa hermosa estrella que con su sonrisa, secaba las amargas lágrimas de nuestros problemas y pesares. Esa hermosa estrella que con sus consejos iluminó nuestro camino, y nos hizo distinguir el bien del mal, que nos levantó cuando caímos, que nos limpió cuando estábamos sucios, que nos arrulló contándonos cuentos.

       En nuestro mundo, que parece que ir siempre peor, debemos recordarnos de los valores que nuestras madres nos inculcaron. Valores como el amor mutuo, la generosidad, la fidelidad, el agradecimiento. Pensemos que somos lo que somos gracias a los valores que nuestras madres nos transmitieron. Sin ellos no seríamos nadie. Sin ellos en este mundo no habría luz.

       Así nuestra madre es una estrella. Pero no cualquiera, como las miles de millones que hay. Ella es nuestra estrella polar.  Por que el amor de nuestra madre siempre va a ser nuestro guía en el mar encrespado de la vida. Como la estrella polar, que ha guiado por siglos a miles de barcos en medio de las tempestades más tremendas,  siempre a buen puerto. Por que esa estrella mientras brille, el mundo existirá

Dios los bendiga

P Juan Carlos Mari LC

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